Tenerife Lan Party 2015: cierra con el cosplay

Ezio Auditore da Firenza (Assassin's Creed I).
Fotografía de @Liminyade.
Un cosplay (o kosupure o crossplay) no es un disfraz. Es lógico que cuando ves a un cosplayer por la calle pienses “y ese de qué va disfrazado”, pero no se trata de eso (y además les resulta insultante). No es como en Carnavales, no se trata de ponerte unos trapos y un tutú (que tan de moda pusieron los chinos este año) para beber hasta caer tieso por coma etílico. No. De hecho, es extremadamente raro ver a un cosplayer en Carnavales.

El cosplay es la recreación de un personaje, no sólo a través de la ropa y los accesorios sino de la personalidad y su comportamiento. En sus inicios las recreaciones estaban vinculadas a los juegos de rol, el manga o el anime (por algo esta tendencia cultural surge en Japón) pero hoy están abiertas a muchas otras variantes (aunque sobre esto aún hay bronca y polémica, como en todas partes). Ya caben los videojuegos (de hecho son una fuente inagotable de personajes), el cómic fuera del mundo asiático (Marvel y DC como fuente principal), películas y sagas de ciencia ficción... y casi cualquier cosa con el hilo común de sacarnos fuera de la apestosa normalidad.

Madame Red y Ciel Phamtomhive de Kuroshitsuji.
Fotografía de @Liminyade.
Tampoco es tan moderno, como la tribu de los otakus y todas las nuevas tendencias que nos llegan desde el país del sol naciente, simplemente han tardado en llegar. Y lo que allí se observa como normal aquí aún se mira con rareza. Somos así, latinos hasta la médula. Para mí el cosplay es creatividad, es imaginación, es artesanía (porque los cosplayer se suelen hacer sus propias ropas y accesorios -observa que evito la palabra disfraz, es intencionado-). Y, por último, el cosplay no depende del presupuesto, es una actitud. Los hay económicos, lo que es posible hacer y está al alcance de un chaval de 15 años y los hay que son obras a la altura de los mejores profesionales de vestuario del cine hechos por adultos con presupuesto y ganas -lo que también es admirable-. Pero sin actitud, un Ezio Auditore dejaría de serlo aunque su indumentaria fuera perfecta, mientras que nuestro assassin, con sus tenis negros, podría ser perfecto sólo por tener la actitud de recrear a, por cierto, mi personaje favorito.

Con el cosplay termina hoy domingo, y desde hace ya unas cuantas ediciones, el mejor evento de tecnología que tiene el acierto de mezclar un variopinto y apasionante mundo friki, pero friki con la cabeza alta, con orgullo, por tener una mente abierta a influencias culturales allende los mares en estos tiempos globalizados y, especialmente, en una tierra que siempre ha sido multicultural.

La Tenerife Lan Party es todo eso, son los 2.047 teleperos y los torneos e-Sports; pero también lo es la Summer Con y sus miles de otakus, la zona de karaoke y la zona retro (¡qué recuerdos con aquellos MSX!); lo es Innova con sus emprendedores y universitarios pensando, creando y mostrando lo que será el futuro; lo es la zona de talleres con sus cientos de participantes a cada minuto y a cada instante, los chiquillos de la First LEGO League, los del rol y juegos de mesa, los modelistas de Warhammer... y tantos otros.

Nuestra #TLP2k15 (o TLP2015, que este año se ha casi-perdido ese hashtag tan guapo, un pequeño error del gabinete de prensa) es todo eso, mezclado de manera sabia, regido bajo el respeto mutuo y el placer de compartir por el placer de divertirse, si me permites la redundancia. Con todo esto al alcance de nuestra mano, quién quiere ir a un aburrido EBE para ver a una panda de estirados con ínfulas de importancia. ¡Jeje!

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