Parque Las Mesas (Tenerife)

El Parque de Las Mesas, podría, debería ser, el parque urbano forestal más importante de Canarias que ocuparía una extensión aproximada, según datos oficiales, de 1.800.000 metros cuadrados, compartiendo con las históricas instalaciones técnicas de Radio Nacional de España lo que es la superficie de la meseta de mismo nombre y que se ubica casi en el límite municipal entre Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de La Laguna. Se accede a través de la TF-111, Carretera de Los Campitos.

Pese a que podría ser una espectacular zona de esparcimiento para todo el área metropolitana, perfecto para el esparcimiento de fin de semana, la práctica deportiva, zona de educación ambiental, parque forestal, zona alternativa cultural y un larguísimo etcétera, quizás es por lo lejano (a 10 ó 15 minutos en coche) o porque queda a espaldas de las dos principales urbes con los que limita, que parece ser, es de hecho, el gran desconocido para los chicharreros y los laguneros.

El parque se divide en 3 grandes zonas se extienden de noroeste a sureste e incluyen las instalaciones antiguas y nuevas, aún activas, de RNE, con lo que es muy probable que su superficie no oficial sea incluso mayor.


Zona de meseta

La zona noroeste incluye parte del terreno de RNE, hoy abiertas y en desuso aparente donde podrás ver dos gigantescas antenas y junto a ellas dos viejos mecanismos de elevación muy interesantes. Es la zona forestalmente más antigua cubierta en una parte por abetos y eucaliptos que según la historia familiar plantaron un bisabuelo y un tatarabuelo de mis hijos, más una pequeña zona de pinar que parece ser el inicio de algo que no llegó a ningún lado.

Es la parte más alta y en su llana cumbre hay un gran depósito de agua que todavía alimenta todo este sector. Fue la primera zona en ser adecuada como Parque y fue lo primero en ser abandonado, incluyendo un mirador hacia Anaga hecho en piedra de cantera. Las antiguas pistas más algunas nuevas se convirtieron en vías para el running y el trayecto se adornó de elementos de gimnasia al aire libre más zonas de paseo. En su máxima altitud la vista es de 360 grados, desde las cumbres de Anaga hasta el Teide.

El estado de abandono es casi emblemático. Los muchos cientos de miles de euros que se emplearon en esas primeras obras utilizando mano de obra barata (bajo la denominación de "formación ocupacional) han acabado devastados por el agua y el abandono. Aún se sigue utilizando por algunos corredores, gente que pasea perros difícilmente paseables en otras zonas sin bozal ni collar y cerca de la carretera por kinkis cuya menor pasión es que eso sea una futurible zona forestal y su mayor pasión es encontrar lugares para botellones esporádicos con baja probabilidad de ser molestados.

El mobiliario público está para desmantelar y quemar en la hoguera de San Juan, el que está cerca de la carretera por el curioso e interesante uso que le ha dado los jóvenes y cultos visitantes, el más alejado porque ha sido devorado por el tiempo y sus inclemencias. Las pistas de running se han convertido en buena parte en barranquillos esporádicos y la vieja caseta para el material de obra en destino de pintadas tipo Kanarias libre. Es la única zona que conserva un sistema de riego a medio funcionar con una docena de fugas que se han convertido en fuentes de agua permanentes, lo que la vegetación agradece.

Zona del centro de visitantes

En dirección sureste, si saltas los carteles que TRAYSESA (la nueva empresa que en seis meses deberá gastar 200.000 euros para rematar algunas obras en la nueva zona del parque) ha puesto a la entrada, algo nada difícil, encontrarás en lo que sería la zona suroeste del parque una gigantesca mole de cemento sin terminar, casi tan grande o más que el famoso mamotreto de las Teresitas pero absolutamente más desconocido y que sin duda podría levantar tanto o más polémica que el citado si algún día se empezara a escarbar en la herida.

Desde el mamotreto, futurible centro de visitantes, futurible y excelso mirador sobre el área metropolitana y que extiende la mirada hasta el Valle de Güimar y el Teide, futurible aula medioambiental, futurible escuela de formación profesional y futurible cualquier cosa ingeniosa y útil que se nos podría ocurrir, incluido lo de bar y restaurante, se extiende una ladera enorme que pasará desapercibida al ojo ajeno que pasee por primera vez por la zona pero que a poco que fije la mirada observará absorto muros, pérgolas abandonas en el suelo, sillones que no sientan a nadie, escaleras a ningún sitio, paseos que no pueden pasearse y otras curiosidades de lo más interesantes para los aficionados al urbex.

La zona noroeste, citada al principio, no sé si se llegó a inaugurar, pero sí por lo menos se terminó. Ha sido el absoluto abandono y la dejadez institucional, así como un uso ciudadano, vamos a decir que poco adecuado, por no decir irresponsable y gamberro, lo que han hecho leña del árbol caído. Pero la zona del centro de visitantes no llegó ni tan siquiera a terminarse. Las futuras pérgolas de madera se quedaron en eso, en futuras, porque la madera quedó donde el último trabajador en formación la dejó. Este es el resultado de otra nueva polémica, ahora llamado Plan de Taco - La Cuesta y presupuesto de 5.026.593 euros sin adjudicar. Solo como curiosidad decir que esta zona del Parque no está ni sobre Taco ni sobre La Cuesta. Está encima del Barrio Nuevo, a unos escasos cientos de metros en línea recta y sus Cuevas Rojas y el Sendero Las Lecheras.

Zona nueva

Estas obras, ejecutadas entre 2008 y 2014, se extendieron hasta la zona de sureste, la ladera que cuelga sobre una parte del barrio de Los Campitos e Ifara, quedando justo encima de las instalaciones de la UNIPOL. Aquí se levantaron muros, fogones, caminos, mesas al más puro estilo tradicional que la ruptura con al UTE de aquel entonces que se encargaba de ejecutar el presupuesto dejó en abandono por un desacuerdo con el Cabildo. El viento reinante en la zona, proveniente del mar, que queda justo enfrente, y la lluvia se encargaron de demostrar que el proyecto estaba hecho con la punta del... lápiz sin punta del ideario de turno.

Después de un par de años en estado de obra inacabada este 2015 se ha puesto unos escuetos 200.000 euros más para rematar sólo esta parte. Y ahí andan, poniendo barandillas, las mesas originales se cambiaron por otras de hierro y cemento, los fogones se reconstruyeron y algo más. Pero tan pronto terminan una zona y empiezan otra vuelven a donde estuvieron porque olvidaron esto o aquello o porque la nueva normativa aprobada ahora exige esta o aquella nueva medida de seguridad (bastante discutible y sin duda redactada desde una mesa).

Esta zona es la que, se supone, después de octubre, si la nueva empresa no pide más dinero (que ya se ha hecho, por otro lado, a instancias de la institución gobernante), se inaugurará como Parque Las Mesas. Oculta por la maleza queda la zona del futurible centro de visitantes y desaparecida casi ya, tragada por una mezcla entre la actuación del kinki y la actuación del tiempo atmosférico, y la zona antigua, la noroeste, sin duda la más interesante.

Es de reseñar que en todos estos años, ya desde las obras anteriores cuando se construyó el gran depósito de agua como las posteriores a 2002 cuando se convoca el concurso de proyectos (cuya ejecución aún no ha terminado) la masa forestal del supuesto parque forestal no ha crecido ni un ápice. La zona nueva tiene los mismos eucaliptos y las mismas acacias que antaño plantaran los vecinos en la zona sureste y la familia en la zona noroeste. Hay pequeñísimas extensiones aquí y allá donde se plantaron palmeras, dragos y poco más.

Lo que podría llegar a ser

La meseta de Las Mesas, y no es una redundancia sino es el nombre de la montaña tiene en su centro, rodeado por todo lo que es terreno público y lo que podría ser el gran Parque Forestal de Canarias un espacio reservado a los repetidores y antenas de RNE.

De reforestarse adecuadamente podría convertirse en el pulmón del gran área metropolitana de Tenerife, algo que no tienen los casi 350.000 habitantes que suman ambos municipios, eso sin contar la población flotante que entra y sale de ambas ciudades. Podría ser un espacio increíble para la práctica del running y del ciclismo de montaña con circuitos circulares de unos 3 kilómetros realmente divertidos. O espacio para el street workout o el skate, espacio para la práctica de todo tipo de disciplinas al aire libre, como el streaching. O algo tan simple como el senderismo. Pero esto no queda aquí.

El potencial del mamotreto de lo que debería ser un centro de visitantes son enormes, como aula medioambiental, como escuela de formación profesional o como espacio cultural alternativo. La comunicación vía senderos con el centro de Santa Cruz bien bajando a través de los viejos caminos hacia Ifara o hacia el Barrio Nuevo, conectando con el Sendero de Las Lecheras (que podría constituir un recorrido circular que lo incluyese); o con el centro de La Laguna por senderos que suben vía Tabares o vía Valle de Hilario y que llegan justo a la emblemática y lagunera Iglesia del Cristo.

Para esto deben cumplirse algunos requisitos. Interés por las administraciones, no solo del Cabildo, creo que los ayuntamientos del área metropolitana han ignorado el potencial de este parque forestal, bien intencionadamente o bien por desconocimiento. Que dejase de ser coto de caza, algo más complejo y difícil de lo que parece. Los cazadores en Canarias, por tradición y por el don de los guachinches, tienen mucho peso.

Pero sobre todo, el problema principal del Parque no son las obras y lo que se pueda hacer. No es una cuestión de presupuesto porque todas esas propuestas y otras muchas más necesitan poco dinero para llevarse a cabo. El problema es el mantenimiento. Un Parque de estas dimensiones, con los servicios que podría ofertar, necesitaría al menos entre 5 y 10 personas dedicadas en exclusiva, más el material y las herramientas necesarias, más el agua y luz necesarias.

Por eso, hasta ahora, el Parque sólo ha servido para que algunas empresas justifiquen un ingente y millonario gasto sin ningún fin ni objetivo al margen y a espaldas de la ciudadanía a la que debería servir. Y así seguirá durante muchísimos años más. Ahora quizás se haga un lavadito de cara al asunto con una prometedora inauguración a finales de año. Pero eso sólo representará una pequeña parte de lo que podría llegar a ser. Quedan dos tercios con obras o bien abandonadas o bien no mantenidas. Queda darle sentido. Queda mantener y vigilar. Queda reforestar.

Pero claro...

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