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Roban 80 bicicletas de alta gama en la tienda LTM Racing de Madrid

La mañana del lunes día 5 de octubre se convirtió en la peor de 25 años de trayectoria de la empresa familiar LTM Racing, una tienda de ciclismo de San Sebastián de los Reyes, en Madrid. LTM Racing se fundó hace 25 años por los responsables de Bike Comp, distribuidores de la marca Santa Cruz para el mercado español. Empezaron como un pequeño negocio en el centro de Madrid hasta que en 2013 se mudaron a un local de 500 metros cuadrados y ya en 2017 se ubicaron en la actual nave de 1.000 metros. Al abrir la tienda el personal y propietarios la encontraron vacía, con un agujero enorme en la pared, de aproximadamente dos metros cuadrados que daba a la nave industrial que queda justo al lado y por el que habían sustraído 80 bicicletas de gama alta de las marcas Yeti, Ibis, Santa Cruz y otras marcas, además de mucho material. Cuadros de carbono, horquillas, cascos y prácticamente todo lo que encontraron en la tienda. La policía calcula que los ladrones, al menos 3 personas, abrieron el butró

Teide 360: reto conseguido... ¡estamos vivos!

Fernando Santana, biker de Gran Canaria, me escribía en Facebook, en relación a mi video post con la crónica de mi experiencia en la Teide 360: "parece que cuando uno llega a una edad son necesarios este tipo de retos, yo voy a hacer este año dos carreras por primera vez y ver tu video me anima mucho a lograrlo".

Creo que además de la recompensa de superarse a uno mismo, la recompensa de contarlo es saber que has podido inspirar a otra persona, animarla o motivarla. Llevo planteándome retos, pequeños según quien los mire, grande para otros u otras, toda mi vida. No sé si es la necesidad de reconocimiento, eso me dijo mi coach, o mi tendencia natural, pero no sé estarme quieto en mi zona de confort al punto que parece que mi zona de confort es estar siempre rompiendo mis zonas de confort. Un rollo, ya lo sé.

Pero sí, los retos son necesarios, con estas edades, pasados ya los 45, o antes. Porque los retos (casi) inalcanzables nos llenan de sueños, de asperanzas, de esfuerzo, de tropezones, de aprendizajes, de éxitos personales, sean reconocidos o no por la masa. Los retos nos enseñan que estamos vivos. Nos inflan, no de orgullo, sino de dignidad.

123 kilómetros en casi 13 horas, pedaleando desde las 6:30 de la mañana y hasta casi las 19:30 de la tarde. 13 horas gestionando la cabeza, a veces pensando en mandarlo todo a la mierda, otras imbuido en una especie de catarsis impulsada por el entusiasmo. 13 horas gestionando la comisa, la bebida, el esfuerzo metódigo y acompasado, rindiéndome a poner el pie en el suelo en una, dos y diez subidas, pero sin parar, nunca parando. Apenas lo justo en los avituallamientos a los 50 y a los 90 kilómetros.

Y luego, ellas, siempre ellas, en cada punto donde era posible verlas. Un beso, un ánimo, unas palabras al estilo de “tú puedes”. Esa fue la clave para tirar otro poco hacia delante, que ya tendría tiempo de abandonar. Sí, a ciertas edades un reto viene bien. Viene de maravilla. Viene de perlas porque es una cuestión de sentirse vivo.

Si tienes 25 y piensas que vaya necesidad, que los globeros afeamos una prueba, que para qué sufrir si no vas a poder, pues mira, no puedo sino darte la razón, pero eso no quita que te vaya a hacer caso. Tú sigue pensando en que no se puede o no se debe. Yo seguiré intentándolo.

Para que la vida se nos llene de historias.


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